martes, 18 de enero de 2011

Ryanair y el pudor de la ramera. Mamotreto I.

Hoy tampoco puedo contarles que Eos, la diosa de los dedos rosados, inventó el rubor. Y que al amanecer sorprende a los amantes entregados en hacer mapas del cariño con manos que son escoplo de escultor, o tal vez con limas o con espejos sin fondo (por que cada uno dibuja mapas con lo que quiere y con quien quiere, y si lo hace con quien no quiere pagará el precio del olvido y sus mapas quedarán en folio en blanco). Y cuando ésto ocurre, la diosa se enrojece de vergüenza y su sonrojo es tan grande que contagia a los amantes tímidos, y hasta tiñe el cielo de pudor rosa. Pero no puedo. Y no puedo porque un pudor general, más basto, más tirando a marrón-caca se va apoderando de España, espantando a los amantes, a la diosa, a los viajeros y en general a todo el que no sea ministro - que vienen todos de fábrica sin rubor - tras escuchar la noticia de que, a lo mejor, Ryanair nos estaba tangando.

¿Es posible que las otras compañías aéreas tuvieran razón? ¿Es posible, ¡oh espanto!, que los controladores tuvieran razón? ¿Es posible que las asociaciones de usuarios tengan razón? ¿Es posible que todos ellos, que han denunciado que Ryanair tanga y tanga, y no para de tangar, tengan razón? No, majo, no. Por que el minsitro no ha dicho que esta compañía sea una privilegiada. Y ya saben, como ha quedado demostrado, que Privilegiado es quien diga el ministro. Y además, Michael O´leary, gestor supremo de Ryanair y líder mundial e incluso universal del Bien Empresarial, no puede no tener razón. Pero una juez de Barcelona, un coral deslumbrante en este desierto de mojamas descerebradas, manatíes casposos y de mandriles adormecidos, ha dicho que no, que basta.





Les cuento: un juzgado de Barcelona ha decidido que esos cuarenta euros que Ryanair cobra por imprimirte la tarjeta que otras compañías te dan gratis - como debe ser - son una estafa. Otro día les cuento lo de la reforma del sector aéreo y lo de sus propios Enanos Ilegales, y de cómo ellos también vejan a los mansos mandriles.

Pero hoy no. Hoy, aprovechando que alguien se ha dado cuenta de qué es Ryanair, quiero homenajear al señor O´Leary, consciente de que es un visionario y de que ha descubierto cosas maravillosas que asombran al mundo. Michael ha descubierto lo siguiente:

Si tú haces una empresa

Si luego vendes tu servicio caro mediante todo tipo de posibles trampas

Si a pesar de que es caro, le dices a todo el mundo que es muy barato, ocultando el precio final que es tan alto como el del resto de las compañías

Si pagas mal a tus empleados y les haces contratos sin derecho a pertenecer a un sindicato conculcando las constituciones de los países en los que vuela.

Si ofreces un servicio miserable y un producto denigrante, pensando incluso en cobrar por ir a hacer aguas menores, o pis, según uno sea; o quitas uno de los dos pilotos

Si predicas la fe del libre mercado a bombo y platillo


Si luego en cada sitio al que vas estás subvencionado, saltándote la ley del libre mercado a la torera

Si pones verde a todo lo que se mueve que no seas tú mismo, con insultos personales pero sin datos, hasta crear dudas sobre la competencia (y de paso alejarlas de tí mismo)

Si haces todas estas cosas, atención: GANAS DINERO


Efectivamente, lo han adivinado, lo que ha hecho este prodigio de la naturaleza es descubrir él solito los principios que regían el inicio de la Revolución Industrial. Así es, no se pongan nerviosos, este tipo de genios existe y de vez en cuando se nos aparece. La vida es así. O´Leary se ha dado un paseo por el siglo XVIII, ha visto las condiciones de trabajo y los márgenes de las fábricas de entonces y se ha dicho a sí mismo: "Coño, pero si esto es mucho más lucrativo. Así sí se puede". Al carajo el estado social. Al carajo los derechos de los trabajadores. Al carajo el equilibrio entre empresarios y empleados, tan costoso, que tantos años de lucha ha costado. Al carajo la idea de que nos salvará de la quema de la avaricia el poder pactar nuestras condiciones laborales, como recoge la constitución. Al carajo los convenios colectivos. Al carajo.

Y todo ésto lo hace uno que predica valores morales de altura, y que reprende a quienes no cumplen. Por ejemplo a las otras compañías. Por ejemplo, a los controladores aéreos.

Una de las características del puritanismo decimonónico que tanto nos ha dejado a los posmodernos de hoy es su capacidad de separar el mundo de la pureza y la verdad buena, del mundo de la vileza y de la verdad mala. Así, el hombre de bien tenía en casa a la esposa, espejo de virtudes y madre de sus hijos; y por otro lado, se iba a visitar a las mujeres de mala vida que fuman cigarrillos. Pero en su vida pública renegaba de éste último tipo de placeres, los tachaba de vicios e incluso votaba a favor de que los prohibieran más. Total, que va O´Leary, coge, agarra, sale y dice que ya está bien de subvencionar vagos y empresas que no son rentables. Va y dice que cada palo aguante su vela. Va y dice que ya está bien de mamar de la teta pública. Y mientras tanto a él le pagan en los destinos a los que va por llevar aviones. Ryanair,  si esto es así, está subvencionado.


Michael O´Leary, un bocazas profesional, un bocarrón chulo pero pudoroso, gobierna una compañía predicando el libre mercado por un lado y cobrando subvenciones por otro. Entiendo y respeto a los que quieren vivir vendiendo su cuerpo, siempre que sea una decisión libre, adulta y se conozcan bien las consecuencias. Y entiendo y respeto al que no piensa así y cree que hay que combatir la prostitución y lo defiende respetando a su vez a los que piensan de otra forma. Pero a la alcahueta puritana no la respeto. Al inquisidor que quema prostitutas en la hoguera de las buenas costumbres y luego se va de juerga a las casas de putas, a ese no le respeto.  Ryanair cobra subvenciones que son casi un chantaje: o me pagas o no voy a tu aeropuerto. En un giro asombroso hasta para él, O´Leary no sólo quema rabizas en la hoguera, y luego se va al burdel. No. Es que después de deshacerse de las mujeres públicas, va al burdel a trabajar. Quema a la puta para ponerse él a hacer la calle. Todo en sentido figurado, claro.

Así yo también. Ryanair baja los precios hasta niveles ridículos. ¿Como se lo puede permitir? Podría ser porque lo que pierde por un lado lo recupera en forma de subvenciones. Dicho de otra forma: Ryanair podría estar haciendo dumping a costa estar subvencionado. Espero que las otras compañías tomen nota y comiencen a hacer lo mismo. Y espero que a alguien se le encienda una lucecita y se de cuenta de que si nadie le paga subvenciones en ningún destino, se le acabó el chollo. Y tendrá que volar en las mismas condiciones que el resto de compañías. No sean cenutrios, señores políticos. Ryanair tiene que volar a algún lado. Si nadie le paga, seguirá volando igual.

Ya ven que decepción. No se trataba de las buenas costumbres. No se trataba ni siquiera del pudor puritano que dice una cosa y hace otra. Eran de nuevo les pesetes, la pasta, el parné. Se trataba de echar a los que estaban, no por que sean malos, si no para quedarse con su pastel. Pues qué pena: Torquemada con corpiño, liga y medias de rejilla debajo de la sotana sonaba excitante.

domingo, 16 de enero de 2011

Rubalcaba y el azote de papá.

Venía yo hoy a explicarles que el amor es ese pasajero intempestivo; ese viajero impuntual que nos obliga a matar el tiempo; esa visita que siempre llega demasiado tarde o demasiado pronto y nos fuerza a parar el reloj para que siempre llegue en hora; que nos hace darnos cuenta de que corresponder al amor siempre es no hacerle notar que todavía no, o que ya no ... y de repente mi papá político, Alfredo, me ha dado un azotillo. Y claro la poesía se me ha ido al carajo, y el huesped que era el amor ha sacado sus alas y ha echado a volar, dejándome con la mano en ... las manecillas del reloj. Y es que tocaba de nuevo hablar de los privilegios pepiñescos de los Controladores Sinvergonzones, y ellos también han salido corriendo (tranquilos, han salido corriendo los privilegios, no los controladores. Cancún está asegurado).


Ha sido por Alfredo. Y no es por que Alfredo sea feo y el amor sea un niño asustadizo y malcriado, que también. Es por que ese amor que me tiene Alfredo es un poco ortopédico. Es un amor educador, que pretende llevarme a mi sitio. Es un amor platónico. Y con gusto les explicaría yo que el amor platónico es ortopedia, pero también magia. Y con gusto les explicaría también que el sitio al que pretende llevarme Alfredo no debe ser muy bueno, por que él y sus compañeros de trabajo no quieren ir. Pero cuando estoy a punto de hacerlo, una luz intensa me ciega y me obligo a volver la vista, y de repente me encuentro con esto:



"Para el Gobierno el mes largo que ha durado esta situación (el estado de alarma) ha servido para cumplir los objetivos que el Ejecutivo se había marcado: por un lado "garantizar el derecho de los españoles a viajar sin problemas y asegurar la normalidad en los aeropuertos en épocas complicadas"y por otro "lograr encauzar el diálogo" con los controladores que ahora negocian con AENA un nuevo convenio con unos plazos perfectamente establecidos." Es una cita literal de un medio de formación de masas de tirada nacional.


Toma ya. Casi na. He escuchado, con mi sentido especial para notar cadáveres revolverse en su tumba, un par de movimientos sísmicos. Freud ha sido uno de los responsables, y se reía como se ríen los muertos cuando alguien les da la razón: efectivamente, él sabía que, cuando los filtros y censuras se relajan, las palabras revelan la verdad. No hay errores o lapsus lingue. Hay lo que hay.

Fíjense con qué tranquilidad se nos confiesa Don Alfredo y su gobierno. Les cuento: el estado de alarma - y cito literalmente la ley que lo regula - se podrá declarar


"cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad:



a. Catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud.

b. Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves.

c. Paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad, cuando no se garantice lo dispuesto en los artículos 28.2 y 37.2 de la Constitución, y concurra alguna de las demás circunstancias o situaciones contenidas en este artículo.

d. Situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad."
Se pongan como se pongan, digan lo que digan, el tres de diciembre de 2010 no se dio ninguno de los 4 casos. No hay interpretación posible. Si eso es interpretable, sepan que lo será todo. La interpretanción en leyes tiene lugar ante la posibilidad de interpretar, es decir, en aquellos casos en los que la ley no es meridianamente clara. Aquí lo es. Y ahora, Alfredo y su gobierno nos explican, con inocencia y naturalidad, que es que se les había olvidado publicar en el BOE la modificación de esta ley. Por que, y queda claro por lo dicho por ellos mismos y que cito más arriba, el estado de alarma tenía como propósito - y vuelvo a citar literalmente - "cumplir los objetivos que el Ejecutivo se había marcado: por un lado "garantizar el derecho de los españoles a viajar sin problemas y asegurar la normalidad en los aeropuertos en épocas complicadas"y por otro "lograr encauzar el diálogo" con los controladores que ahora negocian con AENA un nuevo convenio con unos plazos perfectamente establecidos." Y así, con naturalidad, con Freud sonriendo desde la tumba, sin tapujos, nos lo confiesa en un lapsus el gobierno. 

Pero resulta que ni garantizar el derecho de los españoles a viajar sin problemas, ni encauzar el diálogo con los controladores está entre los motivos que permiten declarar el estado de alarma.

Para garantizar el derecho de los españoles a viajar sin problemas hubiera estado bien, por ejemplo, no cerrar el espacio aéreo con la mayor parte de los controladores de servicio trabajando. Hubiera estado bien, por ejemplo, haber convocado a trabajar a otros controladores para sustituir a los que estaban indispuestos.

El estado de alarma hiede a hoja de ruta acartonada que no sirvió en su momento. Huele a plan de acción trasnochado y aplicado donde no se podía aplicar. Huele a que ahí no cabe, pero tapando los ojos a la constitución más o menos cabe. Huele a que, y acabo, a partir de ahora, cuando a un gobierno cualquiera le incomode una situación laboral, acabaremos en estado de alarma. Huele a que a partir de ahora, diga la ley lo que diga, lo importante serán los objetivos del gobierno. Cómo alcanzarlos será una mera cuestión de procedimiento. El fin justificará los medios. 

La Constitución Española es, mucho más que cualquier otra cosa, un pacto. Y la fortaleza de un pacto se mide por la capacidad que tienen las partes de respetarlo. La Constitución, desde el día 5 de febrero de 2010, camina con muletas, anémica y desorientada, abandonada por sus supuestos guardianes. A los que pensaban que esto es sólo para controladores, les puedo recomendar una buena marca de vaselina. Que lo disfruten.

viernes, 14 de enero de 2011

Tiresias y los Privilegios de los Controladores. Otros Privilegios y Conclusiones absurdas.

¿Conocen la historia de Tiresias, el viejo adivino ciego? Él fue hombre y mujer. Y gracias a ello supo dividir el placer en partes, y gracias a ello supo cuántas correspondían a la mujer y cuántas al hombre. En ese momento, justo ahí, el placer pasó a ser objetivable. Matematizable. Se podía, a partir de ese momento, contar y pesar. Cuánto y cómo. Por ejemplo, ponte así mejor, y de esta otra forma no que es peor. Tiresias pagó por ello, pero nunca lo suficiente. O tal vez su ceguera no fuera si no la recompensa por desarmar esa fuerza imparable, por hacerla repetible. Quisiera explicarles por qué, cómo y cuándo ocurrió esto. Decirles cómo cayó en la trampa de un dios implacable. Y también decirles quién ganó - si el hombre o la mujer-, y por qué. Pero no puedo, como ya se imaginarán. En vez de eso tengo que hablarles de mí como controlador y como mandril. Y hablando de Tiresias y de mí, tenemos algunas cosas en común. Yo también he sido cosas distintas: Yo, que he sido no-controlador y controlador; que ahora soy un privilegiado no-privilegiado; que pertenezco a un país democrático anticonstitucional; que leo prensa independiente dependiente del gobierno; que me someto a jueces independientes gubernamentales; que soy acusado por un ministerio fiscal que asiste a los consejos de ministros; yo no puedo hacer otra cosa que contarles los privilegios que gozo como controlador y como mandril. El ministro de Fomento, ese nuevo Príncipe de la Paz Controladora, ese hombre sabio que sabe mucho de ... de ... de algo - y si no se paga 200 asesores y ya está - nos marca otro camino. Y, decretazo a decretazo, tacita autoritaria a tacita autoritaria, ustedes y yo hemos ahorrado para comprarnos un billete de Ryanair al único sitio al que va Ryanair: a la mierda laboral. (Usted también, sí. Espere a ver la próxima reforma laboral encubierta que llega ya mismo). Sigamos el camino que nos marca el destino. ¿Pagaré, como Tiresias, por contar el placer del ministro? Del goce del aplastamiento de los controladores, ¿quien se lleva la mayor parte? ¿El pueblo sediento de venganza? ¿Quinientos mil millones de moscas armadas con la razón de ser muchas? ¿La ignorancia hecha carne en el ministrillo incompetente? ¿La prensa servil? ¿El poder judicial-ejecutivo? Vaya, vaya. Qué de candidatos.

¿Qué otros privilegios, aparte de los ya mencionados del salario y la jornada laboral, tienen los controladores?

Otros privilegios: la organización del trabajo






Por lo que parece, uno de los privilegios que más ira ha suscitado es el de la organización del trabajo. Se considera un privilegio que los controladores aéreos hayan estado involucrados en la organización del trabajo de los controladores aéreos. Sin embargo, no se considera un privilegio que los jueces, a través del Consejo General del Poder Judicial estén involucrados en la organización del trabajo de los jueces. No se considera un privilegio que los funcionarios, a través de sus sindicatos estén involucrados en la organización del trabajo de los funcionarios. No se considera un privilegio que los futbolistas estén involucrados en la organización del trabajo de los futbolistas a través de sus representantes. No sé. Aquí falla algo.

A ver si va a ser que, lejos de un privilegio, tomar parte en la organización del trabajo que desarrollas, a través de los órganos competentes para ello (sindicatos, asociaciones profesionales, etc) es lo lógico. No hace falta hacer un esfuerzo sobrehumano para saber que quien mejor conoce un trabajo es quien lo desarrolla. En el caso del control aéreo, que es un trabajo muy técnico y muy específico, más todavía. En el caso de la gestión política, por ejemplo, menos. Y sin embargo, ¿quien organiza el trabajo de los señores diputados?

Un dato interesante: el 5 de febrero de 2010, uno de esos instrumentos democráticos de gobierno que le encantaban a Franco, el decreto ley, puso la organización del trabajo de los controladores en manos de otras personas. Las demoras que el sistema ha generado en el año 2010 son cuatro veces mayores que en el año 2009. El tráfico en el año 2010 fue sensiblemente menor debido a la crisis.

Conclusión


De forma y manera que en todos los trabajos, especialmente los trabajos técnicos, la organización cuenta con la participación de quien los desarrolla. Hace un año los controladores aéreos dejaron de participar en la organización del trabajo de los propios controladores aéreos. Las demoras desde entonces se han cuadruplicado. Y la conclusión que extraen esos seres tiernos y desinteresados que son nuestros gobernantes es que yo soy un privilegiado.

La consecuencia de todo esto es que yo, a fecha hoy, cuando entro a mi trabajo ficho. Después firmo una hoja en la que digo que estoy trabajando. Después llama un supuesto miembro de la estructura de gestión de mi empresa y pregunta por teléfono si estamos todos. Después llega un miembro de las fuerzas armadas y comprueba físicamente que estamos todos. Después introduzco una tarjeta en una ranura y queda prueba electrónica de que he estado allí (no es fichar, es otra cosa distinta; fichar ya lo hice la principio). Y lo mejor de todo es que hago un trabajo a turnos: es decir, que hasta que no viene un controlador a relevarme, no me puedo ir, con lo cual siempre hay alguien trabajando. Es decir, que para garantizar un servicio que se garantiza solo por el mero hecho de que siempre tiene que haber alguien allí, mi presencia se comprueba un número de veces no menor de 5. ¡¡Cinco veces y no puedo no estar allí aunque no fiche!!  Ahora sí que sí. Ahora sí que la gestión de mi trabajo es eficiente. ¿No querías control del trabajo? Pues ahora vas como si fueras cinco veces. Ahora sí que la cosa va a funcionar y se acabaron los privilegios. Aunque el coste de tanto fichaje, aparentemente redundante, se dispare. Aunque no sea necesario. Aunque se hayan disparado las demoras.

Y para que conste, prometo en breve seguir acércándome al mundo de los privilegios, esas entelequias pepiñas, en una próxima entrega titulada Más privilegios aun. Los controladores y la responsabilidad. Por cierto, ¿han oído algo de si en el Congreso de los Diputados o en el Senado han puesto una máquina de fichar para los señores diputados y senadores? ¿Y un control de presencia? ¿Han oído si los señores diputados tienen que estar un tiempo mínimo en su puesto de trabajo? Es que llamo y llamo, y me sale un señorita que me dice "no me viene nada con ese nombre". Habrá que hablar con los que organizan el trabajo de nuestros representantes.

martes, 11 de enero de 2011

Vuelve Anacleto

No hay forma de seguir un orden establecido de antemano en este blog. Cuando estaba a punto de, por fin, explicarles que el poeta debe callar ante el beso simple, y dejar que hable el amor; y todo ello para que el mundo sea nuevo;

Es más, cuando estaba a punto de decirles que de esto último tampoco podré hablarles hoy por que faltaba completar el ciclo de Los Privilegios de los Controladores; justo en ese momento, coge, agarra, va y aparece un amigo de antaño. Y entonces se acabaron los poetas, los besos, el mundo nuevo, los privilegios, y, finalmente, el orden establecido.

No se como decirles esto sin emocionarme y mojar el teclado con lágrimas recientísimas. No de las que guardo para las ocasiones oficiales, no; no de las que echa el Ministro de Pepiños cuando muere un soldado español, tampoco; no de las que manan con abundancia de los lacrimales del Ministro de Aminóaminó cuando le remodelaron y él que ya se había acostumbrado al cargo, no; No. ¡¡NO!! Lágrimas de verdad. Pero ustedes quieren saber de qué estoy hablando, y yo, como siempre, en plan filósofo. Por las ramas. Vamos a ello.




Les voy a decir la verdad del tirón: yo soy agente secreto titulado. Como con lo de control no me llega para el apartamento en Nueva York (y eso que es pequeño y lo pago en yenes, no se crean), me he hecho el curso en CCC (la misma academia en donde el Ministro de Fomento se sacó la carrera) de agente secreto, con diploma, pluma láser y zapatófono que te venía con la matrícula si llevabas a un amigo. Allí coincidí con unos cuantos seres humanos inquietos como yo, con ganas de investigar y de hacer cosas secretas más allá de espiar a los vecinos con prismáticos (que además es asignatura de primero) o de meter la mano en los buzones.

Ayer estaba yo en misión especial que me había encargado mi señora, que consistía en, bajo una tapadera perfecta según la cual podía parecer que estaba sacando la basura, hacer averiguaciones de por qué la vecina saca a su perro a la esquina del parque, y si recoge el popó con una bolsa de plástico, como debe ser. Todo muy profesional. Nada que ver con el hecho de que la vecina trabaje en un club de gogó y salga a pasear al perro con minifalda. A mi eso me da igual. Total, que estaba recogiendo documentos gráficos y pistas a cuatro patas mientras la supuesta dueña del perro se agachaba a recoger algo del perro, cuando de repente capto - gracias a mi entrenamiento en CCC y a un don natural - un movimiento de un tío que me está pisando, y al girarme veo a un individuo con gabardina subida, con un zapato en la oreja hablando y con un sombrero de espía. Al principio pensé que era un caso serio de contraespionaje, pero luego reconocí a uno de mis compañeros de curso: Anacleto, agente secreto. Tienen una foto arriba, al comienzo del post del blog.

Mientras estiro la lengua después de decir las tres últimas palabras de la frase anterior, les cuento que nos pusimos a hablar.

- Anacleto, no me lo puedo de creer. ¡Cuanto tiempo!
- Hombre, chaval.
- ¿Qué haces?
- Na, que estoy en misión secreta, espiando un ratillo.
- Y ¿a quien espías?
- Coño, Serapio, parece mentira que seas agente secreto diplomado por CCC y me preguntes eso. ¡Eso no puedo decírtelo, jodé! ¡Es secreto! Soy agente se-cre-to. Secreto. Profesional.
- Tienes razón, Anacleto, perdona.
- Va, venga, te lo cuento, pero no se lo digas a nadie.
- Bueno.
- No, no, "bueno" no. Promételo con el juramento profesional.
- Vaaaaale:
Por mi placa patinada
Por mi honor y mi decoro
no diré ni una palabra
de lo dicho en este foro
Y si hablo como un loro
Y esto no se queda aquí
que se muera aquel transeunte
y también aquel, y aquel de allí.
- No queremos que muera gente inocente, ¿verdad, Serapio?
- No, no.
- Ahora se que puedo confiar en ti: estoy espiando a los controladores aéreos. Se habla de misas negras, de ritos diabólicos, de vudú contra los pasajeros y contra el gobierno. Es increíble lo malos que pueden llegar a ser. Y el CNI me ha llamado y me ha pedido que averigüe cosas de ellos.
- ¿Y has visto algo?
- Aun no, pero a Cela, bajo la apariencia de normalidad, se le ve el perfil de asesino en masa enseguida. Cabo habla muy bien, pero por la noche podría estar secuestrando ancianas y dándoles tremendas palizas con micrófonos de pinchos. Del resto ni te cuento.
- Y supongo que el juez no habrá puesto reparos para el espionaje.
- ¿Juez? ¿Cómo que juez? ¡Ah! Lo de la orden y todo eso. Pero, hombre, no seas tonto. ¡¡Estamos en España!! Aquí todo eso de la orden judicial y la ley y nosequé, y si hay indicios objetivos, y la igualdad ante la ley, todo eso naaa. Eso son gilipolleces. Lo importante es España. El juez se enterará cuando le toque. Si eso, le llama el menistro y le pide comprensión, como a lo mejor pasó con lo de la ley, y ya está. No pasa nada. La Constitución está bien un rato, pero mucho rato ya cansa.

Y ahí mi amigo Anacleto miró la hora, y se dio cuenta de que tenía que llamar a su mujer. Se le estropeó el zapatófono. Yo, como había salido en zapatillas,  le ofrecí mi Pantuflófono, pero había pisado sin querer un popó del perro de la vecina y le dio asco. Y nos despedimos.

El CNI podría haber espiado a algunos controladores aéreos. Sin garantías constitucionales. Sin orden judicial. El Mundo, ese periódico que nunca se sabe si va o viene, lo ha denunciado. En un país democrático el Ministro de Interior ya habría dimitido o le habrían dimitido fulminantemente. En España, están buscando a Mortadelo y Filemón para que investiguen lo del espionaje. El Superintendente Vicente se frota las manos, porque esto le puede valer el ascenso a Secretario de Estado. Torrente ve claro que el ministro le va a encargar la organización y entrenamiento de los agentes del CNI nuevos. Y Maxwell Smart, el superagente 86, ya ha pedido plaza. España es una caricatura de un tebeo, y el CNI la historieta de espías. Yo sigo confiando en que en algún momento el Espíritu de la Constitución se leerá el tebeo y pondrá orden. Mientras tanto, me muerdo la lengua para no decir "mierda de país".

sábado, 8 de enero de 2011

Los privilegios de los Controladores. La jornada laboral.

Qué hermosa tarde para pararse a escuchar el sonido del mundo; y es que, tal vez, esa música redonda sean cantos de sirena; tal vez no haya otra música que la música del corazón; la música interna; la única música. Pero hoy, más urgente cada vez, más imperioso, el negocio redondo de los controladores de los controladores, esos enanos anticonstitucionales, nos saca del sueño a los mandriles mansos, y no les podré contar lo del espejo y la espuma, y todas esas cosas que quedan pendientes para una ocasión menos pepiña.    Apago la música del mundo, como decía, y pongo en marcha el magnetófono repetitivo y lerdo con el último "hit" de la temporada laboral: "cáguese usted en un controlador privilegiado". Lo enciendo y sale una voz de muerto cerebral que repite sin cesar que hay que acabar con los privilegios de los controladores. Qué les voy a contar que ustedes no sepan. 

Pero es que estos días, con una actualidad que rabia desde la impotencia de sentirse arrumbada, ha salido la noticia de que AENA, ese zoológico donde caben desde cagadas de elefante hasta mandriles pasando por manatíes y por urracas ladronas, AENA, decía, cerró el espacio aéreo español el día 3 de diciembre cuando podría no haberlo hecho. Es decir, que el 3 de diciembre, el día en que los controladores aéreos cerraron el espacio aéreo y dejaron de trabajar, mire usted por donde ni cerraron el espacio aéreo ni dejaron de trabajar. Dos aclaraciones al respecto, por si no ha quedado claro:



1º     El espacio aéreo lo cerró AENA, no los controladores. La orden de cerrar el espacio aéreo no salió de controladores en el puesto de trabajo.

2º     El día 3 de diciembre había suficientes controladores aéreos trabajando como para que los aviones hubieran seguido volando. De hecho el espacio se cerró con algunas dependencias funcionando al 100%.

Mola, ¿eh?. ¿Han leído ustedes la noticia? Porque es de Europapress. Yo tampoco. ¿Será que no es muy importante saber que es posible que el cierre del espacio aéreo y el consecuente estado de alarma fueran provocados por quien cerró y declaró? ¿Los medios de formación de masas encuentran más interesante la última flatulencia de Belén Esteban o de Maria Antonia Iglesias?

¿Y esto qué tiene que ver con la jornada laboral? Pues enlazando y hablándole, mi querido lector holográfico, de lo que quería hablarle, lo que de verdad ocurrió el día tres de diciembre es que un real decreto del gobierno decretero que nos acompaña estos días oscuros, decretó (y valga de nuevo la rebuznancia) que no había tope en la jornada laboral de los controladores aéreos. Así. Como suena.

Hombre, me parece bien lo del trabajo. Trabajar tiene que ser una gran virtud y una cualidad que acompaña a los grandes prohombres. Pero tanto como infinito ... no se. ¿Usted, caso de trabajar, trabaja infinito? Bueno, bien pensado, tener una jornada de trabajo infinita no está mal, porque al menos ya no podrá salir un real decreto-ley aumentándola. Aunque dado el alarde de imaginación de nuestros muy virtuosos y trabajadores gobernantes, son capaces de encontrarla.

Antes de pasar a darles los datos, que molan mucho, tengo - como mandril y como persona - que explicarles que tengo dudas. Estoy intelectualmente inquieto al respecto. No duermo pensando en el trabajo y sus barrios marginales. Se me aparecen Marx (el hermano tonto de Groucho, Karl) y Adam Smith en sueños. Van vestidos de Ministro Fetish con una cartera ministerial fálica el uno, y vestido de director de periódico con tirantes de corazones el otro, y me dicen: "¡¡Trabaja, Mandril!!".  Yo trabajo sin parar y cuando voy a descansar un momentito, detrás, a una distancia respetuosa, una horda de enanos anticonstitucionales con careta de inspector de trabajo canta cantos regionales con una letra atávica de la cual solo distingo las palabras "yo que tu no lo haría, yo que tu no lo haría". Y es por lo siguiente:

Todo el mundo sabe que, si bien pensar y cuestionarse cosas está bien y todo ese rollete intelectual, eso hay que dejarlo para cuando uno está borracho. A la hora de la verdad, un par de valores bien asentados valen más que un número indeterminado de conciencias críticas. Por ejemplo: si la sociedad en general dice que el trabajo, en sí mismo, sin más, es un gran valor, pues entonces cuando digamos de alguien que es un gran trabajador, estamos diciendo una cosa buena. 

Pero a mi no me cuadra. No es solo porque admiro personalmente a ese sabio que se levantaba más temprano para estar más tiempo sin hacer nada. Es que yo no lo veo. Por ejemplo, todos estaremos de acuerdo en que hubiera sido muy bueno que ese gran trabajador que fue Stalin (José de nombre, mira tú), hubiera sido menos trabajador. Era, según cuentan los pocos que le sobrevivieron, infatigable. Pero seguramente hubiera sido mejor que fuera un poco más vago, y de esa forma le hubiera dado menos tiempo de perpetrar asesinatos en masa. ¿Me he puesto un poco radical? Vale. A ver que tal esto: ¿no habría mucha más gente feliz ahora mismo si ese gran trabajador que fue Madoff hubiera trabajado un poco menos? O por acercarnos a esta España nuestra, yo escuché en una entrevista al hijo del constructor conocido como "El Pocero" decir de él que era un hombre que trabajaba de sol a sol. Vale. O sea que si hubiera sido un poquito más vago, la burbuja inmobiliaria actual sería algo más pequeña, ¿no?. O si esos seres amables que se llaman banqueros y que nos hacen el favor personal de utilizar nuestro dinero para crear unas pequeñas crisis financieras, aunque luego haga falta rescatarles un poquito y sea de nuevo con nuestro dinerito, hubieran trabajado un poco menos, a lo mejor ahora habría menos tragedias personales de las que se llaman créditos hipotecarios.

No me salen las cuentas. Trabajar, así, en bruto, no parece una gran virtud. Dicho en plan resumen, un tonto, cuanto más trabaja, más tonterías hace. Incluso un listo, a base de trabajar demasiado se puede hacer tonto. Porque los logros humanos, el crecimiento, la riqueza, también necesitan un ritmo asimilable. Podríamos decir entonces que más que trabajar mucho, lo que hay que hacer es trabajar lo justo. Y hacerlo bien.

Desterremos el trabajo como virtud absoluta. No caigamos en la trampa de creer mejor al que no sabe qué hacer con su tiempo libre. No nombremos al obsesivo patológico "hombre del año". Más bien juzguemos a los hombres por el resultado de su trabajo, y no por la cantidad en kilos de trabajo que es capaz de desplazar. Y pasemos a los controladores.

De la Jornada Privilegiada de los Controladores

Seré breve. Nuestros preclaros padres de la patria han decidido distinguir entre Jornada Laboral, que incluye todo, y Jornada Aeronaútica, que sólo incluye el trabajo controlando aviones.

Mi jornada laboral (trabajo bruto, sea lo que sea) es, desde el día tres de diciembre, infinita. 
Un dato objetivo que quizá no conozca, mi lector anhelado: las jornadas laborales a turnos, con nocturnidad y que no distinguen entre días laborales y festivos siempre es sensiblemente menor a la jornada que se denomina ordinaria. No les aburro con más datos de los necesarios, pero los estudios sobre la disminución de la esperanza de vida de este tipo de jornada a turnos con respecto a la jornada ordinaria, respecto a índice de divorcios y separaciones, drogodependencias y etc, es abundante y asusta.

Mi jornada aeronaútica (es decir, controlando aviones) es de 1670 horas más 80 extras, es decir, 1750 horas anuales. Es decir, controlando aviones tengo que pasar un mínimo de 1670 horas más 80 extraordinarias. Pero además se me puede requerir para que haga otras labores que no sean controlar aviones (por ejemplo, dar instrucción a otros, elaborar manuales, formación, y si se tercia, hacer fotocopias). A esas labores puedo dedicar el tiempo que los gestores pidan hasta ... hasta ..., pues la verdad, leyendo el decreto ley del tres de diciembre, hasta infinitas horas.

En Francia, un país francés y europeo donde los haya, la jornada de un controlador (toda, no solo aeronaútica) es de 1000 horas anuales.

En Alemania, cuna de la civilización alemana, tan racional ella, la jornada de un controlador es de 1350 horas anuales.

En Gran Bretaña, en donde la democracia no es un cadáver descoyuntado como aquí, si no una realidad histórica, en donde si alguien llama a la puerta de tu casa a las 4 de la mañana, es que ha llegado el lechero o que tu hijo adolescente ha vuelto a salir de juerga sin llaves - no como aquí que puede ser Pepiño con un decreto Ley o Rubalcaba con un Estado de Alarma inconstitucional ; En Gran Bretaña, decía, la jornada de un controlador aéreo es de 1440 horas anuales. De esta jornada hay que deducir formación y un número no pequeño de conceptos, que dejan la jornada aeronaútica (es decir, llevando aviones) en no más de 1300 horas anuales.

No les hablo de la jornada laboral de los profesores, de los funcionarios etc. No les hablo de la no-jornada laboral de los diputados, ministros, sindicalistas de clase, diputados, ministros etc.

Así que tengo una jornada superior a la de mis democráticos colegas europeos; tengo una jornada que no respeta el descanso que se merece la nocturnidad y el trabajo a turnos; tengo la jornada más alta que puede tener un trabajador en España, por que es infinita; ¿y yo soy un privilegiado?

En uno de esos pelotones de fusilamiento llevados por aficionados al tiro al pichón que se llaman tertulias radiofónicas, escuché a dos mamporreros del poder decir del ministro de Fomento que sería lo que fuese, pero que de lo que no cabía duda era de que era un "trabajador infatigable". No me cabe la menor duda. No hay más que mirar el estado en el está España hoy en día. Tómese un respiro, Don José, por favor. Y así podrá asistir al parto de la burra de la próxima entrega de este blog que llevará por título: Los Privilegios de los Controladores. Otros Privilegios y Conclusiones absurdas.