lunes, 11 de abril de 2011

Hay privilegios y privilegios: la justicia poética parte II: La banda sonora.


Como la oscuridad planea siempre sobre las palabras, y más sobre las mías que son de piel tropical como yo mismo, he decidido ponerle banda sonora a la penúltima entrada. No estoy especialmente de acuerdo en que una imagen valga más que mil palabras. Supongo que dependerá de la imagen, de las palabras, y de cuando y como se expongan, propongan o simplemente, pongan. Pero en este caso se complementan estupendamente.

Se viene queriendo decir, para entendernos todos y los ingenieros también - por exceso de cualidades, no por falta -, que aquí les cuelgo un vídeo que bien podría haber sido el acompañamiento visual y la banda sonora - todo a la vez - del penúltimo blog. 

Felipe se pregunta quién ha empezado este debate sobre los privilegios de los políticos. Y yo digo que ha sido consecuencia indeseada ...
- como casi todo lo que hace - de la caza de brujas que ha orquestado el menistro de Fomento en torno a los controladores aéreos y otras hierbas.

Dicho de otra forma: si lo que cuenta es la verdad y un proyecto común, decir una cosa y hacer la contraria debería suponer un cese fulminante. Pero si lo que cuenta es decir lo más adecuado para mantenerse en el poder, caiga quien caiga, y pillar algo de cacho en el camino, entonces lo lógico es que estemos como estamos.

Resumiendo: 

Si ésta es la fiabilidad que tiene la palabra de estos señores, ¿Es posible que la campaña anti-controlador fuera fiable? ¿Tan fiable como el resto de las cosas que dicen?

Si los controladores son privilegiados, ¿qué son aquellos que disponen de todo el poder del estado - que es paquidérmico, descomunal, arrollador, que lo he probado y lo se - y lo ejercen en beneficio propio, sin control alguno, y sin responder de sus responsabilidades? ¿Qué son aquellos que pueden decir una cosa hoy, obtener votos gracias a lo que dicen, y mañana hacer exactamente lo contrario sin que haya consecuencia alguna?

La comparación con las serpientes me parece injusta y mi sentido de la equidad me hace sentir que, o bien las hacemos a ellas menistras, o bien hacemos una caja de metacrilato amplia y metemos dentro a estos señores y los llevamos a un zoo. Me pregunto si aumentaría el número de visitas.

PD: Gracias Miguel Ángel por el vídeo.

viernes, 8 de abril de 2011

Nos ha nacido un laudo. Alabado sea el lubricante (mi Pepe vale mucho).

Hemos asistido al parto maravilloso de una criatura prodigiosa. Ha nacido de las cavernas prolíficas de un árbitro-madre. Y asistido por todo un nutrido grupo de comadronas, de entre las que destaca por su tenacidad el tremendísimo Pepe.

Pepe es un ginecólogo histórico, que ha ayudado a dar a luz un laudo arbitral con las manos engrasadas en el espeso grumo del poder. Ese es mi Pepe. Una matrona enorme que hunde sus manos lubricadas en el delicado orificio de la microhistoria de España. Una historia plagada de otros muchos parteros unineuronales. Todos ellos llamados, según su opinión irrebatible y la de sus madres y abuelas, a acometer grandes aztos, que es como actos pero más autoindulgente con la falta cómica y palmaria de talento para el discurso político. Perdón, quise decir falta cómica y palmaria de talento para el discurso. Perdón aun más, quise decir con la falta crónica y palmaria de talento.

Me imagino a mi Pepe asistiendo al parto, incluso intentando dirigirlo, jaleado por otros incompetentes históricos que vieron en el autoritarismo la única forma de salir hacia adelante: a mi Pepe se le aparecen en cada uno de sus partos Cánovas, Primo de Rivera Senior, Gil Robles, Largo Caballero y algún otro que no cabe aquí, por que en España en los últimos 5 siglos nos hemos puesto las botas acumulando incompetentes políticos. Y él, al verlos, se da cuenta con lágrimas en los ojos de que él siempre tuvo razón. Como le decían su madre y su abuela. Mi Pepe vale mucho.

Ustedes querrán saber de qué estoy hablando. Les alegrará saber que yo también, y que en eso estamos ...
- ustedes y yo - juntos. Pero básicamente - y en la medida en que yo he conseguido enterarme - redactado para ingenieros, es lo siguiente:

El conflicto de los controladores ha alcanzado un punto neutro, una especie de vía muerta que lo deja sin pulso. Se llama laudo arbitral. En él se recogen las condiciones que han de regir la actividad profesional y sus aledaños.

Durante el proceso se han sucedido las situaciones cómicas, como que a la denominación de origen que preside el árbitro le cayera alguna prebendilla que venía buscando hace tiempo; o que algún día antes de emitir el laudo el periódico oficial, amarillo y unívoco de la PSAE sacara, como de tapadillo, la noticia de que la editorial del árbitro pudiera estar relacionada con los escándalos de los ERE andaluces. Y alguna presión que otra que podría haber sufrido, que se comenta y no se acaba.

Atrás han quedado lo que algunos consideran insultos al concepto de justicia y a la independencia judicial, que es como he oído que llaman a la famosa sentencia de la Audiencia Nacional sobre el decretazo. Atrás quedan las maneras despóticas de un gobierno débil e ignorante, del que lo que más cabe temer es la actitud iracunda y vengativa, como de cualquier gobierno débil e ignorante, porque como dice un amigo, la ira más descontrolada y peligrosa es la ira del débil. Atrás queda el constante estado de incertidumbre en el que estuvo la seguridad aérea durante más de un año.

En fin, que les digo lo que les digo: que ya tenemos un laudo que rige los destinos del control aéreo en España. Pues hala, venga, vamos. Total, que después del laudo famoso me doy la vuelta esperando encontrar un hormiguero de trabajadores bien organizados laborando sin parar, con una estructura empresarial desarrolladísima haciendo cosas buenísimas por los ususarios, y .... y ...

¿Y dónde están? Me doy otra vuelta más frotándome los ojos, no sea que las legañas de controlador vago y sinvergüenza me hayan tapado los ojos - la falta de costumbre típica del privilegiado - y vuelvo a mirar, y .... y ...

... y nada.

Nada de nada. El laudo ha servido para que mi Pepe le diga a su madre y a su abuela: "mira, máma, mira que bien lo he hecho" y poco más. Las cosas están igual. Seguimos sin saber a dónde vamos, de dónde venimos ni quiénes somos. Seguimos adoleciendo de los mismos problemas de seguridad. De los mismos problemas de linchamiento público y privado. De la misma gestión oscura. De la misma falta de proyecto común.

Eso sí, en el camino le hemos metido un viaje a la Constitución de tal calibre que ha perdido un par de artículos o tres. Los del derecho a la negociación colectiva y a la tutela judicial independiente, para empezar. Se sospecha que el control sobre el poder político también puede haber desaparecido. Y hemos conseguido un laudo cobarde e ingobernable que apenas puede disimular su falta de ambición por la justicia.

Total, que hemos hecho un viaje que ha empezado en el linchamiento público de un grupo profesional, ha seguido por una patada en los genitales al ordenamiento jurídico, y que ha acabado con una foto de mi Pepe dedicándole a su madre y a su abuela la faena.

Y todo ¿para que? Para obtener un enorme montón de nada. Mirando el curriculum de mi Pepe y de sus adláteres todo cuadra: llegaron de la nada profesional y académica, se metieron a parteros, lograron un laudo ingobernable que no sirve para nada, y como en el resto de sus gestiones, acabaron, tras un par de destrozos, en la nada.

¿De qué estaré hablando?, nos preguntábamos. De lo que, una vez más, nos ha proporcionado mi Pepe: de nada.